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Retratos Imaginarios de Antonio Saura

 

Crucificción

Retratos imaginarios de Antonio Saura. Saura logró liberarla y darle una nueva y poderosa vida: adoptó la pintura gestual asociada al Arte y la Pintura Informales. de American Action y lo aplicó a figuras y temas tradicionales españoles...

Cabeza de Perro.



Antonio Saura quedó impresionado, estética y emocionalmente, desde su juventud, por la obra de Diego Velázquez y Francisco de Goya, dos de los más grandes maestros españoles. Pero como pintor y testigo del clima represivo político y cultural de principios de la década de 1950 en la España del siglo XX, sintió que una herencia tan grandiosa tenía que ser arrancada de la cultura franquista, lo que lo colocaba en una posición opuesta a la de Franco. Arte informal europeo contemporáneo. Paradójicamente, al someter esta maravillosa herencia española a formas de pintura innovadoras y más radicales, Saura logró liberarla y darle una nueva y poderosa vida: adoptó la pintura gestual asociada al Arte y la Pintura Informales. de American Action y lo aplicó a figuras y temas tradicionales españoles. Tras una breve estancia en París en la década de 1950, durante la cual se codeó brevemente con los surrealistas, Saura regresó a España y fundó el grupo El Paso (1957-1960) que, en su obra y en la publicación homónima, defendía las formas de la pintura. innovaciones que se estaban desarrollando en Europa y Estados Unidos. (Saura fue uno de los grandes defensores de Jackson Pollock en España) Durante este período, Saura limitó su paleta al blanco y negro y comenzó la serie temática que ocuparía gran parte del resto de su carrera artística y que incluía las "Crucifixiones", “Damas”, “Desnudos”, “Multitudes”, “Retratos” y “Retratos imaginarios” (estos últimos retratan personajes históricos españoles como Goya y Felipe II). Saura fue muy versátil: además de pintar hizo grabados, ilustró libros, diseñó escenas y fue un prolífico escritor.

Una de las llamadas Pinturas negras de Goya (Pinturas negras, 1821-1823) en el Museo Nacional del Prado de Madrid ha fascinado espacialmente a Saura desde su infancia. Esta obra, Cabeza de perro (Perro semihundido), es una pintura muy enigmática y claramente reduccionista en la que la cabeza de un perro sobresale de un montón de tierra situado en la parte inferior de la composición. La mayor parte de la superficie de la pintura está ocupada por un cielo ocre vacío. Este cuadro inspiró una serie de retratos de Saura, titulados Retrato imaginario de Goya (Retrato imaginario de Goya) o El perro de Goya (El perro de Goya), en los que Saura trabajaría habitualmente entre 1957 y 1992. En el Retrato imaginario de Goya ( 1985) del Museo Guggenheim Bilbao, la oscuridad o el vacío ocupa la mayor parte de la composición y solo queda un pequeño espacio en blanco limitado a la esquina superior derecha, encima de la figura garabateada del perro . Según Saura, "las nociones de emergencia, nacimiento y apariencia [y] están indisolublemente ligadas a la marcada importancia del vacío" 1. Representan todos los estados de ánimo vinculados a la creación artística: conseguir que surja un espacio y algo que antes no estaba o que algo que estaba ahí desaparezca. Pero el tema pintado o dibujado también tiene otro valor metafórico: “la cabeza del perro que señala, y que es nuestro retrato de la soledad, no es otra cosa que el propio Goya, observando algo que está en proceso de suceder ”.


El arte Neofigurativo del Equilibrium Saqrium

El arte Neofigurativo del Equilibrium Saqrium: la Pasión de Jesucristo se compone de 25 cuadros cuyo costo mínimo es de mirar la técnica plasmada en
Viva el arte
 Pasión de Jesucristo

Un paño, su inspiración fue La exposición en color dorado con las herramientas también en dorado calificada como sacra que el milenario artista guayaqileño Federico Gonzenbach bautizó como disponible al Equilibrium Saqrium.



Equilibrium Saqrium En la Pasión de Jesucristo se compone de 25 cuadros cuyo costo mínimo es de mirar la técnica plasmada en óleo donde fueron pintados durante el año, donde además la composición y la simetría se apoderan de uno a partir de enero, manifestó el artista.


Su vida artística la clasifica en cinco etapas: la primera, cuando dibujó con tinta china temas urbanos; la segunda, en la que plasmó arte impresionista; la tercera fue cuando elaboró el arte neofigurativo; la cuarta tuvo como protagonista al arte sacro; y la quinta recoge lo abstracto.

Arte Neofigurativo

Neofiguración: es un movimiento artístico de la segunda mitad del siglo XX, caracterizado por una vuelta a la pintura figurativa frente a la abstracción...
Francis Bacon

El arte Neofigurativo

La Neofiguración o Pintura Neofigurativa es un movimiento artístico de la segunda mitad del
siglo XX, caracterizado por una vuelta a la pintura figurativa frente a la abstracción, aunque los pintores tratan el tema de una manera informal y de manera expresionista. Surge como reacción al arte abstracto tras la Segunda Guerra Mundial, en especial durante los años 1950 y 1960.
El término «neo-» y «figurativo» surgió en los años sesenta en México y España para representar una nueva forma de arte figurativo. En España se desarrolló hasta el año 1965, momento en el que se pasó a la figuración narrativa.
Kooning
La nueva figuración preconizaba un retorno al objeto y a la realidad cotidiana. Se vuelve a representar la realidad («iconocidad»), en particular la figura humana, pero con las técnicas del informalismo. Suele tener un sentido de denuncia social. Se aprecian tendencias expresionistas, en la que se adoptan formas orgánicas deformadas o monstruosas, como las obras de Francis Bacon, compuestas de manera desordenada (grupo Cobra).
Antonio Saura
En América y en la mayoría de los países de Europa, la neofiguración tuvo un corto desarrollo, produciéndose un rápido desplazamiento de la abstracción pictórica e informalista hacia figuraciones claramente representativas como el pop y el nuevo realismo. Un caso especial fue España. En ese país la neofiguración tuvo un amplio desarrollo hasta 1965 y consiguió un gran reconocimiento internacional. A partir de mediados de los años sesenta, la mayoría de los artistas neofigurativos españoles abandonaron las ambiguedades formales subjetivistas y pasaron a englobar, en mayor o menor medida, las filas de la figuración narrativa, de representación mucho más objetiva y, por tanto, más actas para transmitir un contenido de crítica al contexto socioeconómico, cultural y político (dictadura de Franco) imperante en España en aquellos años.


   




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