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Caos y clasicismo


La muestra, titulada "Caos y clasicismo: Arte en Francia, Italia, Alemania y España, 1918-1936", presentada hoy en conferencia de prensa por su comisario principal, Kenneth Silver, catedrático de Arte Moderno de la Universidad de Nueva York, esta compuesta por más de 150 piezas.

En ella se incluyen pinturas y esculturas de algunos de los grandes maestros europeo de la primera mitad del siglo XX como Picasso, Braque, Léger, Oto Dixx, Giorgio de Chirico, Carlo Carrá o Ludwing Mies van der Rohe.

Silver ha explicado que, para entender su desarrollo, hay que tener en cuenta que "tras el fuerte trauma generado por la primera gran contienda europea en los países implicados, los artistas de los mismos abandonaron los movimiento expresivos dominantes hasta entonces (cubismo, expresionismo, futurismo, etc, relacionados con el caos creativo) y volvieron su mirada hacia el arte clásico, entendido como tal el realizado en la Italia del Renacimiento o la España barroca y el arte francés del XVII".

El comisario ha precisado que "no se trataba de rechazar totalmente lo hecho hasta entonces, sino más bien, de intentar integrar algunos elementos" de las corrientes artísticas anteriores a la I Guerra Mundial en el nuevo concepto estético que se buscaba, basado en el orden de las composiciones, la pureza de líneas y la limpieza de los trazos.

El catedrático ha señalado que la figura del pintor español Pablo Picasso es clave en la extensión de este movimiento en el arte europeo de entreguerras, ya que "es muy posible que sin él, no se hubiera producido ese renacimiento del clasicismo".

"Picasso lideró ese retorno al orden y a lo clásico porque fue el primero en captar el alineamiento de los políticos franceses e italianos de la primera postguerra mundial con el clasicismo, y su apuesta por esa nueva forma de expresión desconcierta a sus contemporáneos, algunos de los cuales no sabe qué hacer si seguir sus pasos o ignorarle".

Entre las piezas destacadas que se pueden ver en la muestra de Bilbao figura el cuadro que tenía el dictador alemán, Adolf Hitler, encima de la chimenea de su vivienda personal titulado "Los cuatro elementos: Aire, tierra, agua y fuego", pintado por Adolf Ziegler en 1937.

Esta obra, que presenta a los cuatro elementos citados representados por mujeres desnudas de factura griega y que, a juicio del comisario Silver, "no es fea pero si sosa, aunque correcta", y refleja "el concepto que tenía Hitler del clasicismo en el arte".

La exposición muestra también el resurgir del culto al cuerpo humano que conllevó este retorno artístico al clasicismo, esta vez más próximo al arte generado por la Grecia y Roma clásicas, y que fue aprovechado tanto por los regímenes totalitarios de derechas como por los de izquierdas, como símbolos de la fortaleza y perdurabilidad de sus respectivas ideologías.

En este apartado dedicado al "nuevo hombre" aparece un cuadro del pintor vasco Aurelio Ateta, ya que la exposición de Bilbao dedica un espacio a analizar el impacto del clasicismo en el arte español de entreguerras.


   

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