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El Martirio de Santa Inés


Vicente Macip (Andilla, 1475 - Valencia, 1545) fue un pintor renacentista español, padre del famoso pintor Juan Vicente Macip (más conocido como Juan de Juanes).
Se le considera un pintor de corte cuatrocentista influido por las obras de Paolo de San Leocadio y Rodrigo de Osona. A ellos se debe el aspecto de primitivo cuatrocentista de sus obras tempranas, como el retablo de Porta-Coeli del Museo de Bellas Artes de Valencia. La llegada a Valencia de algunas obras de Sebastiano del Piombo marcará su obra posterior, como se pone de manifiesto en la más destacada de ellas, el antiguo retablo del altar mayor de la catedral de Segorbe del que se va a encargar entre 1529 y 1532, quizá contando ya con la colaboración de su hijo, lo que permitiría explicar el cambio en la orientación de su pintura. Se le atribuye también el retablo de la Virgen del Remedio de la Iglesia de San Bartolomé de Benicarló. Es una pintura con la Virgen y el Niño sentado en el trono, rodeados por diferentes santos.
El Museo del Prado posee, entre otras, dos pinturas suyas de formato circular, representando la Visitación y el Martirio de Santa Inés, ejecutadas para la capilla de santo Tomás de Villanueva en el convento de San Julián de Valencia, probablemente por encargo del venerable Juan Bautista Agnesio
El Martirio de Santa Inés, quien fue martirizada mediante una hoguera y siendo decapitada por un verdugo. Tan violenta imagen se halla sumamente suavizada por Vicente Masip, el mayor énfasis se pone en dos puntos: por un lado en la irrupción violenta de dos caballeros que asustan a las compañeras de Inés. El autor hace alarde de su técnica a la hora de representar a los caballos: el más oscuro recorta su perfil contra su compañero, el caballo blanco. Este destaca a su vez sobre el fondo oscuro de la sala escalonada, en una alternancia de colores que resulta muy atractiva y variada. El otro foco de acción lo constituye el grupo formado por la santa y su verdugo. El hombre se vuelve hacia el rey esperando sus órdenes. Inés mira al cielo implorando a Dios. Se abraza a un cordero, cuyo nombre en latín es "Agnes" , palabra que derivó en "Inés". El cordero, por lo tanto, es el atributo de la santa, que se define como cordero de Dios ella misma, dispuesta para el sacrificio. Desde el cielo, envueltos en nubes aparecen unos ángeles que traen los símbolos del martirio a la joven: la palma y la corona. La acción se desarrolla dentro de un interior de edificio que podría ser clásico. El rey se apoya sobre un pilar de extraño corte, adornado con relieves a la manera romana. Los ropajes de los caballeros son los de la moda italiana del siglo XVI, con las mangas y los calzones acuchillados. El tondo es un hermoso ejemplo de rigor dibujantico  y buen manejo de los colores aplicados ambos sobre los motivos iconográficos que se importaban de Italia.

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