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Frida Khalo Autoretrato |
Frida Kahlo participó en la "Exposición Mundial del Surrealismo" en 1940 en la Galería de Arte, Mexicano. Allí mostró sus dos grandes lienzos: Las dos Fridas y La mesa herida (1940). El surrealista Andrew Breton consideraba a Kahlo un nombre extraño, un nombre que Kahlo rechazó, diciendo que simplemente pintó su mundo. No obstante, en 1945, cuando Don José Domingo Lavín le pidió a Frida Kahlo que leyera detenidamente el libro Moisés y el monoteísmo de Sigmund Freud, de cuyo análisis depende el surrealismo, y que pinte su comprensión y comprensión de este libro. Frida Kahlo pintó a Moisés, y esta obra de arte fue percibida como el segundo premio en la exhibición anual de artesanía en el Palacio de Bellas Artes.
Kahlo no vendió numerosos lienzos a lo largo de su vida, a pesar de que pintó representaciones incidentales por encargo. Tuvo solo una exhibición independiente en México a lo largo de su vida, en 1953, solo un año antes de su fallecimiento a los 47 años.
Hoy, sus obras se venden a costos considerables. En mayo de 2006, la imagen de Frida Kahlo, Roots, se vendió por $ 5,62 millones en un trueque de Sotheby's en Nueva York, establece un precedente como la obra latinoamericana más costosa en cualquier momento comprada al cierre, y además convierte a Frida Kahlo en una de las Señora vendedora más elevada en mano de obra.
Las cautivadoras imágenes creadas por Frida Kahlo (1907-1954) son, en muchos sentidos, la manifestación de un trauma. Sufrió un accidente de tráfico casi mortal a los 18 años, numerosos problemas de salud, un matrimonio turbulento y varios abortos que le impidieron tener hijos y, sin embargo, supo transformar todas sus aflicciones en arte revolucionario.
En sus autorretratos reales y metafóricos, Kahlo contempla al espectador con una mirada audaz, negándose a ser una víctima pasiva y entrelazando símbolos de su experiencia en un híbrido lenguaje de vida surrealista: pelo, raíces, venas, enredaderas, tentáculos y trompas de Falopio. Muchas de sus obras también exploran los ideales políticos comunistas, que Kahlo compartía con Rivera. La artista describió sus cuadros como "lo más sincero que podía hacer para expresar lo que siento dentro y fuera de mi ser".
Este libro ofrece un amplio repaso de la obra de Kahlo, que descubre su inagotable determinación como artista y su importancia como pintora, icono feminista y pionera en la cultura latinoamericana.