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Desnudos en el arte

Quizás este ha sido el tema más dudoso, discutible y comentado a lo largo de toda la existencia de la pintura. Hoy en día, nadie en su correcta psique consideraría escandalizarse por la idea de un cuerpo humano desnudo. No sería un buen augurio sentirse molesto, aturdido o herido en la afectación al considerar a los humanos como parecen ser, sin prendas ni complementos diferentes. Otro rasgo distintivo sería el pensamiento unilateral, malvado o lujurioso de estos cuerpos, por esta situación estaríamos ante una perniciosidad pasada, fijación sexual o parcialidad extravagante con respecto al espectador. Ya que, ¿qué tal si vemos ... de qué sería una buena idea que nos avergonzáramos cuando consideramos que fuimos hechos?


En el ámbito de obra, la búsqueda de la excelencia del cuerpo humano, especialmente femenino, ha sido constante, dada la incomparable calidad de los pintores masculinos. En cualquier caso, los obstáculos para pintar este tema han sido infinitos. La Iglesia Católica siempre ha pensado en lo desnudo como algo intocable, inductor de bajos intereses, objeto de deshonra y fuente esencial de maldad y despegue del evangelio. No deberíamos decir la religión islámica, que niega la representación de individuos y criaturas, desnudos o vestidos. Numerosos pintores han languidecido los malos tratos y los trámites lícitos sobre los desnudos de obras de arte (Goya). En ocasiones puntuales hubo más indulgencia, por ejemplo en el Renacimiento, cuando se apreciaba a griegos y romanos y se duplicaban sus desnudos. En cualquier caso, generalmente se necesitaba descubrir una razón para hablarle a un cuerpo desnudo: es posible que fuera una vieja diosa como Venus o Afrodita (diosas de la excelencia carnal), o que fuera Diana (otra diosa) saliendo del baño o era una mujer que se estaba cayendo incidentalmente de la ropa, etc. El primero que se propuso pintar un desnudo sin perdones fue Goya con su conocida "Maja Desnuda" y ese atrevimiento le costó un trámite de la Inquisición.





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