En una sociedad
avanzada como la nuestra, cuestionar la cultura sería como retroceder en el
tiempo", sostiene el responsable del Museo de Arte Contemporáneo de Vigo.
Es posible que exista
cierta desconexión entre el arte contemporáneo y el público, pero no comparto
esa afirmación de que sean los menos visitados. Por poner un ejemplo, el Reina Sofía de Madrid está casi a la par en número de visitas anuales que el del Prado,
siendo éste probablemente la pinacoteca más importante del mundo.
Lo cierto es que buena
parte de las obras consideradas “clásicas” son tremendamente complejas, y
requieren de ciertos conocimientos para su completo disfrute y comprensión. No
es cierto que todo el arte contemporáneo sea tan hermético; hay obras que
admiten múltiples lecturas y que no precisan de una gran preparación para ser
contempladas o comprendidas.
Lo que sí se requiere del espectador es acercarse
a la obra con una actitud abierta y sin prejuicios, dedicándole un tiempo, del
mismo modo que nos sentamos en una sala de cine.
Existen muchas formas
de acercar el arte contemporáneo al público, mediante acciones de comunicación,
de formación, y desde luego, educativas. La percepción y el aprecio del arte se
basa en la educación, en un mejor conocimiento.
Es un tipo de
rentabilidad que no se puede medir sólo en términos económicos, aunque también,
ya que el cultural es un sector productivo con cada vez más peso. Pero hay que
considerar lo que aportan los museos a la educación, la formación, la
investigación, la innovación, la conservación del patrimonio, el turismo.
Naturalmente, la presencia de ciertas obras en una colección o ciertas
exposiciones puede garantizar la venta de entradas o la afluencia de público,
pero la inversión necesaria sería siempre mayor.
Una de las claves está
en una mayor colaboración entre las instituciones y el sector privado, en
favorecer la afluencia de capital privado. Y debemos tener la flexibilidad de
adaptarnos a cada situación o a cada momento económico o social; debemos
reinventarnos del mismo modo que el arte se va transformando, quizá más deprisa
que la propia sociedad.
Tenemos que convencer a la empresa privada de los
beneficios que puede tener colaborar con una institución como la nuestra,
quizás sea nuestra asignatura pendiente.
Además de los beneficios de imagen de
marca que puede tener para la empresa, ésta tendría que tener mayores
incentivos fiscales para animarse a colaborar en proyectos culturales.
Extracto de la
entrevista a Iñaki Martínez Antelo (Santiago, 1969) licenciado en Historia del Arte Contemporáneo
por la Universidad de Santiago de Compostela.
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